Cómo se formaron los continentes

Los continentes son grandes masas de tierra que comprenden diferentes tipos de rocas posicionadas por encima del nivel del mar, claramente diferenciadas de los océanos y mares que las rodean. Constituyen las principales divisiones terrestres de la Tierra y albergan una diversidad de ecosistemas, culturas y geografías.

Entre la sociedad civil es bastante común confundir los continentes con las placas tectónicas, ya que estás últimas incluyen las primeras. Por tanto, los continentes serían una clasificación menor, contenidos en las placas tectónicas, y que separan extensiones de tierra cuyos límites, en algunos casos son más bien una consideración histórica y no natural. Incluso entre los geólogos existen reticencias a la definición anterior, incluyendo zonas sumergidas, como la plataforma continental, dentro de lo que sería un continente.

Sea como fuere, la composición química heterogénea de los continentes con multitud de rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas la confieren una densidad menor que la corteza oceánica. Gracias a ello, mantienen un equilibrio isostático que les permite permanecer en las capas externas de la geosfera en lugar de hundirse en el manto terrestre cómo sí sucede con las capas más frías y pesadas de la corteza oceánica.

Los continentes tienen un origen que se remonta a miles de millones de años y un régimen de movimiento que maneja los mismos márgenes temporales. Su formación es el resultado de procesos geológicos y naturales prolongados y complejos que continúan influyendo en la geografía de nuestro planeta. Así el calor convectivo del manto, junto a otros factores como la densidad, la presión, el quimismo... determinan la deriva continental de estas extensiones de tierra, las formaciones que surgen a raíz de su colisión o desunión, así como las diversas características que surgen entre unos y otros continentes.

La historia de la formación de los continentes es un compendio de movimientos tectónicos promovidos por acontecimientos geológicos y el comportamiento del planeta frente a factores físicos como la gravedad, y químicos como la cristalización mineral. Durante los primeros albores de la existencia del planeta, allá por el periodo Arcaico, la pérdida de calor paulatina provocó que los elementos químicos comenzaran a ordenarse por capas en función de sus propiedades fisicoquímicas, y en busca de estados más estables de la materia.

La formación de minerales y rocas siguiendo un modelo de cristalización fraccionada dio lugar a rocas ígneas cuyos valores de densidad les permitiría acumularse en regiones incluidas en la corteza continental. Estas capas de roca conservarían el equilibrio isostático durante el proceso. A medida que la actividad volcánica avanzaba la expulsión de volátiles procedente del interior de la Tierra promovió la creación de los océanos y la propia atmósfera que activaría los procesos destructivos encargados de modelar los relieves superficiales.

De esta manera, aunque los materiales continentales tengan una tasa de reciclaje baja en comparación con la corteza oceánica, variables como la meteorización y la erosión contribuyen a su desgaste. Esta diferencia sustancial entre los materiales continentales y oceánicos hace posible que los primeros formen cratones donde se conservan los materiales más antiguos del planeta.

Una vez solidificada la parte superficial, los movimientos convectivos en el manto a raíz de esa regulación térmica comenzarían a mover los continentes, de la misma forma que una costra de grasa flota sobre una sopa a punto de hervir. Las colisiones y estiramientos ocurridos provocarían la acreción de estas rocas emergidas provocando el crecimiento o división de los continentes.

Existe cierta periodicidad en cuanto a la existencia de supercontinentes que posteriormente se desgarran para dar varios continentes separados unos de otros por las masas de agua. A este respecto, el supercontinente Pangea, el cual agrupaba toda la tierra emergida en un solo cuerpo masivo se formó hace 310 Ma. La evolución de los continentes actuales comenzó con la fragmentación de Pangea hace aproximadamente 175 millones de años debido a la tectónica de placas.

Durante la era Mesozoica, el continente Pangea empezó a dividirse en dos grandes masas terrestres: Laurasia y Gondwana, marcando un punto crucial en la evolución de los continentes. Con el paso del tiempo, estos dos se fragmentaron aún más, dando lugar a los continentes que reconocemos en la actualidad. Sin embargo, Pangea no es el único supercontinente del que se considera su existencia. Otros de etapas anteriores como Pannotia entre 600-550 Ma o Rodinia de 1100 a 800 Ma se formaron para dividirse en etapas futuras.

Actualmente, se reconocen siete continentes:

• África
• Antártida
• Asia
• Europa
• América del Norte
• América del Sur
• Oceanía

De esta lista, solo Antártida y Australia, la región de tierra emergida más importante de Oceanía, están realmente separadas del resto por el océano. En cuanto a los demás, comparten fronteras y en algunos casos las divisiones responden a caprichos políticos e históricos. Este ejemplo lo siguen Europa y Asía, incluidas en la misma placa tectónica y, aun así, considerados continentes distintos.

Los siete continentes actuales reflejan la última etapa conocida en la evolución de los continentes. Cada uno posee características geológicas únicas y una historia que se entrelaza con la de los otros. A nivel composicional resulta imposible hacer una valoración lo bastante precisa a semejante escala. Por esa razón, las ciencias geológicas se esfuerzan en reconocer la sedimentología, estratigrafía y demás características sobre el terreno para elaborar mapas precisos de zonas concretas o países. El objetivo es hacer mapas y cortes geológicos cada vez más precisos que ayuden a entender el origen de los materiales y contribuyan a su labor de extracción y conservación.

La distribución actual de los continentes es el resultado de millones de años de movimientos tectónicos, erupciones volcánicas, erosión y sedimentación. La comprensión de la formación y evolución de los continentes es fundamental para disciplinas como la geología, la paleogeografía y la biogeografía. El continente Pangea es particularmente significativo en estudios de distribución de especies y patrones climáticos del pasado.

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