Rocas fungiformes: qué son y ejemplos
Las rocas fungiformes, también llamadas seta rocosa, son aquellas donde el bloque superior es proporcionalmente más grande que la base sobre la que se acomoda. Algunos ejemplos en España son: Ciudad Encantada, la Porra del Burro, la roca en seta de la Sierra de Baza y las geoformas de Bolnuevo.
Las rocas fungiformes han permanecido en el imaginario popular como materiales para celebrar rituales mágicos, siendo protagonistas de mitos y leyendas. Sin embargo, su origen dista mucho de las entidades divinas y espirituales que se les atribuyen. A pesar del curioso aspecto que presentan, los mecanismos que las formaron son comunes en la naturaleza y de ello contamos con múltiples ejemplos en todo el mundo. A continuación, en este artículo de GEOenciclopedia, destacaremos qué son las rocas fungiformes y ejemplos, además de explicar qué procesos han permitido formarlas.
Qué son las rocas fungiformes
Las rocas fungiformes son formaciones líticas compuestas por un bloque superior proporcionalmente grande en comparación con la base sobre la que se acomoda. Esta roca en seta se encuentra mayormente en zonas desérticas debido a la acción erosiva del viento y, con menos frecuencia, en zonas más húmedas donde el desgaste se alcanza a través de la disolución del macizo rocoso original.
Frente a los agentes geológicos externos que actúan sobre ellas, la composición y estructura de la roca en seta también determina la gravedad del efecto. A nivel práctico, hay dos métodos habituales para conseguir este tipo de morfologías. Aunque se presenten en ambientes diferentes, pueden solaparse en un momento dado, intensificando la erosión y su resultado. Sigue leyendo para saber como se forman las rocas fungiformes.
Cómo se forman las rocas fungiformes
El agente geológico externo más común es el viento, por lo que la mayor parte de las rocas fungiformes se concentran en ambientes desérticos o de poca vegetación. Este agente geomorfológico arrastra las partículas de arena que impactan contra la superficie de la roca, puliendo su exterior. Aunque el viento puede alisar la totalidad de la roca en seta, las partículas de arena más grandes se concentran en la parte baja. Por tanto, la mayor cantidad y tamaño de estas en la zona inferior produce una abrasión eólica más intensa. A su vez, la deflación arranca los fragmentos más pequeños de la propia roca, convirtiendo la fuerza del viento en un factor determinante en la formación de este tipo de litologías.
En otras ocasiones, el agua produce esas mismas disparidades. En este tipo de situaciones contamos con un conjunto rocoso que puede disolverse en agua, ya sea por saturación de esta en CO2, como es el caso de los carbonatos, o porque los materiales ya son de por sí más débiles ante la meteorización química. Un proceso de karstificación intenso podría dar lugar a este tipo de estructuras. La subsidencia posterior de una cueva formada por carbonatos afectados por este fenómeno dejaría una serie de bloques supervivientes. Las bases de las rocas expuestas tendrían una mayor tendencia a las alteraciones químicas debido a la menor radiación solar que permite conservar la humedad durante más tiempo.
Como se ha señalado, deben considerarse las características propias de cada litología, su estructura y disposición. Así, las diaclasas facilitan la entrada de agua que forma las rocas fungiformes en ambientes húmedos. Al mismo tiempo, los materiales estratificados pueden incluir rocas con diferentes resistencias a la erosión. Las rocas metamórficas foliadas también presentan planos de debilidad que pueden favorecer los procesos de erosión diferencial.
En otras ocasiones, las rocas fungiformes pueden sufrir el crecimiento de costras o pátinas por precipitación inorgánica de nuevas fases minerales o por acción biológica, mejorando su resistencia. Dentro de los carbonatos, las dolomías magnesianas tienen una mayor solubilidad. Por tanto, la composición química también desempeña un papel importante en este tipo de procesos. Por supuesto, viento y agua pueden actuar conjuntamente para formar una roca en seta. En las siguientes líneas te exponemos algunos ejemplos de rocas fungiformes que puedes visitar en España.
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Ejemplos de rocas fungiformes
Ciudad Encantada
Uno de los ejemplos más emblemáticos de estas estructuras rocosas está en la Ciudad Encantada de Cuenca. En este paraje, la formación de un sistema kárstico motivó la disolución de las unidades carbonáticas desde el interior del macizo rocoso. Con el tiempo y la erosión, la formación colapsó dejando en pie las columnas de la cueva. Otros procesos geológicos externos se sucedieron en el tiempo hasta limpiar los restos, formando nuevo suelo. A su vez, las dolomías cretácicas con buzamiento subhorizontal supervivientes sufrieron la erosión diferencial responsable de las rocas fungiformes actuales.
Porra del Burro
En Extremadura, la Porra del Burro es otro ejemplo de roca en seta donde las antiguas civilizaciones humanas lanzaban piedras a su techo para predecir enfermedades, los años de soltería de las jóvenes o el desarrollo de una enfermedad. Ubicada en la Sierra de San Pedro de los Baldíos, este granito ha sufrido un desgaste acusado de sus materiales probablemente por la acción conjunta de los dos agentes externos principales. Algunas teorías dicen que el menhir de 3 metros de alto fue trasladado a la zona durante el Neolítico. Sea como fuere, la intensidad de la erosión en su base la convierten en un interesante ejemplo de roca fungiforme.
Roca en seta de la Sierra de Baza
La roca en seta de la Sierra de Baza en Granada también es un ejemplo fiel de la abrasión eólica, en esta ocasión en una roca metamórfica. Se trata de una formación de micaesquisto con alta proporción cuarcítica en algunas zonas rodeadas por materiales más finos. La heterogeneidad de sus materiales permite una erosión diferencial efectiva y la escasa vegetación permite que se den otras formas similares en la penillanura de la Sierra de Filabres.
Geoformas de Bolnuevo
Hacia el litoral mediterráneo encontramos más ejemplos de rocas fungiformes, como es el caso de geoformas de Bolnuevo en Murcia. En este caso, las formaciones arenosas mejor cementadas vencen el efecto de la erosión eólica en perjuicio de las capas limo-margosas.
En definitiva, las rocas fungiformes son formaciones habituales en las regiones más ventosas de la península o en aquellas zonas donde los procesos de karstificación son o han sido intensos. Aunque hayan perdido su significado ritual, sus formas siguen atrayendo la atención de los curiosos.
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- UDC. 1993. Desarrollo de formas superficiales en la Ciudad Encantada (Cuenca, España). Disponible en: https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/6152/CA-18-16.pdf?sequence=1&isAllowed=y
- GT. 2021. Piedras sagradas de Extremadura. Disponible en: https://piedrassagradas.redex.org/wp-content/uploads/2021/05/Guia-Piedras-sagradas-de-Extremadura.pdf
- UCD. 2009. Geomorfología. Disponible en: http://caminos.udc.es/info/asignaturas/grado_itop/113/pdfs/TEMA%209-3%20geomorfologia.pdf
- UCM. 2011. La Ciudad Encantada: de museo vivo de geología a icono turístico conquense. Disponible en: https://e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/16477/ciudad_garcia_TERAP_2011.pdf