Qué es un géiser y cómo se forma

Un géiser es una formación geotérmica que entra en erupción periódicamente expulsando agua caliente y vapor al aire. Esta actividad es causada por la acumulación de agua subterránea que se calienta debido al calor proveniente del interior de la Tierra. Los géiseres son más comunes en áreas geotérmicamente activas, donde hay actividad volcánica o la presencia de un sistema geotérmico.

La formación de un géiser es un proceso que requiere una combinación específica de condiciones hidrológicas y geológicas. Primero, debe haber un suministro adecuado de agua subterránea. Esta adicción puede darse gracias a la aportación de agua meteórica y su posterior infiltración, o a causa de la disociación de la fase acuosa dentro de un magma. Como volátil, el agua incrementa la tasa de explosividad de los magmas, por lo que, para que se disocie la fase líquida debe estar confinada bajo una presión considerable que impida el cambio de estado. Además, los géiseres pueden formarse a partir de masas de agua de diferente quimismo, ya sean marinas o dulces.

Esta agua se infiltra hasta alcanzar zonas profundas de la Tierra donde las temperaturas son lo suficientemente altas para calentar el agua hasta cerca de su punto de ebullición. En la mayoría de las ocasiones persiste la presencia de complejos volcánicos que suministran calor, pero también puede hacerse en seco si las condiciones lo permiten, en lugares con gradientes geotérmicos altos y complejos rocosos que conserven mejor la temperatura.

Sin embargo, el calentamiento solo no es suficiente para formar un geiser. El sistema hidrogeológico del géiser debe estar compuesto por una serie de conductos, grietas y cámaras subterráneas, lo que requiere un contexto geológico favorable. Esto ocurre en zonas geológicamente activas donde los movimientos tectónicos resquebrajan las rocas o en complejos geológicos susceptibles a la erosión y formación de cavidades como ocurre con los carbonatos. Cabe destacar que una situación no es incompatible con la otra.

Estos conductos permiten que el agua se acumule en cámaras subterráneas profundas donde se calienta. Sobre estas cámaras, los conductos más estrechos actúan como una trampa, al igual que lo hace el agua fría que pueda encontrar a su paso. Por tanto, el agua del géiser se mantiene en su lugar a pesar de estar sobrecalentada, es decir, con temperaturas superiores al punto normal de ebullición sin convertirse en vapor.

Cuando la presión del agua sobrecalentada se vuelve demasiado alta, se desencadena una erupción. El agua sobrecalentada en la parte superior de la columna se convierte en vapor, lo que incrementa la presión en las cámaras inferiores y provoca que el agua y el vapor sean expulsados con fuerza hacia la superficie. Tras la erupción, el agua vuelve a llenar las cámaras y el ciclo se repite en diferentes intervalos de tiempo.

• Géiseres de fuente: experimentan erupciones desde un estanque de agua, es decir, el agua sale de una extensa superficie acuática, generalmente en sucesivas explosiones de gran intensidad, proyectándose en diversas direcciones. Estas erupciones pueden clasificarse como violentas debido a la elevada presión generada. Observar estos fenómenos naturales es posible en la Reserva Natural de Kronotski en la península de Kamchatka o en los géiseres de Tatio en Chile.
• Géiseres de cono: se caracterizan por expulsar un chorro constante de agua durante breves segundos o minutos a través de un pequeño montículo, de manera similar a las erupciones volcánicas. Este fenómeno tiene lugar mediante un pequeño cráter ubicado en la cima de un cono rocoso, generalmente compuesto de geyserita, una roca de naturaleza silícea. A diferencia de los géiseres de fuente, las erupciones de los géiseres de cono son menos violentas pero más prolongadas. Un ejemplo de ellas serían los geiseres de Yellostown en Wyoming o los geiseres de Rotorua en Nueva Zelanda.

Los géiseres son relativamente raros debido a la necesidad de condiciones geológicas e hidrológicas específicas. Se encuentran principalmente en regiones con actividad volcánica, ya que esta proporciona el calor necesario para calentar el agua subterránea. Algunas de las ubicaciones más conocidas de géiseres incluyen:

• Parque Nacional de Yellowstone, EE.UU.: hogar del famoso géiser Old Faithful, Yellowstone alberga la mayor concentración de géiseres en el mundo, con más de 500 géiseres activos.
• Géiseres del Tatio, Chile: están ubicados en los Andes a una elevada altitud de aproximadamente 4.300 metros sobre el nivel del mar.
• Sol de Mañana de Bolivia: ubicado en un terreno semidesértico y repleto de rocas volcánicas, los geiseres se intercalan entre fumarolas, ambas de intensos colores debido a los minerales.
• Valle de los Géiseres, Kamchatka, Rusia: esta área remota cuenta con una impresionante colección de géiseres y aguas termales, siendo uno de los campos de géiseres más grandes de Eurasia.
• Zona volcánica Taupo de Nueva Zelanda: en áreas como Waiotapu y Whakarewarewa, la actividad geotérmica es responsable de varios géiseres y formaciones termales.
• Haukadalur Islandia: conocida por su intensa actividad geotérmica, Islandia alberga varios géiseres, incluyendo el famoso Geysir, que dio nombre a todos estos fenómenos.
• Geiseres de Umi Jigoku de Japón: su agua de color turquesa le otorga el nombre de infierno marino, su temperatura alcanza valores de 98 ºC y su intenso olor a azufre aleja a los turistas de sus inmediaciones.

Estos son algunos de los numerosos geiseres más famosos del mundo. Sin embargo, siempre que se den las condiciones anteriormente descritas, pueden formarse en cualquier lugar del mundo. En resumen, los géiseres son fenómenos naturales fascinantes que proporcionan una visión directa de la dinámica geotérmica de la Tierra. Su estudio no solo ayuda a comprender mejor los procesos geológicos, sino que también ofrece información sobre posibles fuentes de energía renovable, como es el caso de la energía geotérmica, y la historia geológica de nuestro planeta.

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