Qué son los volcanes submarinos, cómo se forman y cuántos hay

Los volcanes submarinos son construcciones geológicas de diversa morfología que permiten la ascensión del magma mantélico a regiones superficiales del lecho marino. Por tanto, las dorsales, los puntos calientes, etc. son lugares perfectos para concentrar este tipo de estructuras. Debido a las condiciones de presión y la presencia de agua, los depósitos volcánicos manifestarán una serie de características específicas.

En general, las rocas en este tipo de volcanes poseen una composición basáltica poco evolucionada debido a la ausencia de un proceso lento de cristalización fraccionada. Además, la presencia de agua puede aumentar el poder explosivo del volcán bajo el mar, volviéndolo más peligroso para las especias colindantes. A continuación, se exponen los principales factores que determinan las peculiaridades de un volcán submarino.

• Agua: la presencia de agua determina las reacciones químicas que los materiales lávicos sufren y por consiguiente el tipo de minerales que se forman. Debido a su composición basáltica se desarrollarán fases minerales hidratadas como serpentina o clorita. Las alteraciones de los depósitos volcánicos son frecuentes en este tipo de ambientes.
• Temperatura: el choque térmico entre lava y agua provoca un enfriamiento rápido del material. Como consecuencia, las coladas de lava no llegan lejos y suelen acumularse en los alrededores de la fisura, creando depósitos almohadillados o pillow lavas.
• Terremotos: pueden desestabilizar la estructura de los materiales y facilitar la formación de nuevas fisuras que contribuyan a la actividad volcánica submarina.
• Presión: el peso de la columna de agua hace que el material lávico esté sometido a valores altos de presión que contribuyen a la floculación de la lava. De esta manera se forman depósitos similares a costras muy porosas donde los metales en suspensión pueden adherirse, dando importantes yacimientos geológicos. Esta presión contribuye a que los volcanes submarinos activos sean menos explosivos que los volcanes en tierra.
• Corrientes: aparte de añadir sedimentos que puedan intercalarse en las facies volcánicas o elementos químicos que reaccionen con los aportes del propio volcán submarino.

Los volcanes submarinos se forman gracias a los procesos que sustentan la dinámica de placas. Estos movimientos tectónicos acumulan una serie de esfuerzos que se solventan, produciendo deformación en los materiales de la corteza oceánica y condicionando los lugares donde se formarán las correspondientes fisuras. Otro requisito es que la apertura esté conectada con una fuente de material, es decir, con una cámara magmática o, en su defecto, con el propio manto.

Para restablecer el equilibrio, el magma asciende en tasas más o menos abundantes dependiendo de las características de la fuente de calor y la presión. En ese momento, la lava comienza a fluir de forma lenta mientras el agua absorbe gran parte del calor, promoviendo la morfología almohadillada típica de las pillow lavas. Al mismo tiempo, la floculación del material expulsado comienza a formar costras que se asentarán en el lecho marino por la acción de la gravedad, recubriendo el fondo. Los terremotos submarinos pueden resquebrajar y movilizar estos depósitos.

Dada la composición basáltica de los volcanes submarinos y la presencia de agua, se darán numerosas reacciones de alteración. Las corrientes marinas a su vez pueden transportar elementos químicos en principio inexistentes en la zona, aumentando la complejidad composicional. Desde esta perspectiva, también pueden arrastrar partículas de sedimentos que se intercalen con los depósitos volcánicos, complicando la interpretación de las columnas estratigráficas.

Debido a la disponibilidad de nutrientes, los volcanes submarinos activos suponen la base para algunos ecosistemas. La actividad biológica puede influir en los depósitos de estos volcanes bajo el mar, creando costras de carbonatos que dificulten las labores de extracción. Si la actividad magmática es muy intensa, se pueden acumular grandes cantidades de material dando relieves submarinos abruptos. En algunos casos, lo bastante altos para formar islas, como es el caso de las Islas Marianas.

En este artículo te explicamos la Corteza oceánica: qué es, características y estructura.

Las dificultades tecnológicas que plantean los fondos marinos, complican la labor para monitorizar la actividad volcánica oceánica. A falta de observación directa, solo podemos apoyarnos en estimaciones derivadas de perfiles geofísicos, radares y en estudios de volcanes submarinos ya conocidos. Adicionalmente, la precisión de los instrumentos y las condiciones del ambiente de investigación pueden ocultar datos relevantes. Como consecuencia, no obtenemos un número estático, sino que nos vemos en la posición de seguir investigando y ampliando nuestro conocimiento.

Las investigaciones científicas más recientes se han apoyado sobre la tecnología VGG para explorar la geología y la fauna marina. De esta manera, el catálogo de Kim-Wessel amplió, a partir de varios proyectos a nivel internacional con la colaboración de FODA, Oficina de Investigación Naval y Fundación Nippon, el número de montes submarinos extintos y activos en 19.000 formaciones. El artículo correspondiente se publicó en marzo de 2023, actualizando el catálogo a un total de 43.968 volcanes bajo el mar.

Estas cifras están muy por encima del promedio de los 2.500 volcanes subaéreos conocidos y activos desde la última gran glaciación. Aunque las cifras pueden resultar abrumadoras, no lo son tanto desde el punto de vista geológico. Los materiales volcánicos que se ubican en la corteza continental deben atravesar una media de 60 km de material. Esto conlleva una serie de esfuerzos considerables desde el punto de vista tectónico y estructural. En cambio, la corteza oceánica en la que se ubican los volcanes submarinos cuenta con 10 km de espesor en promedio. A ello, debe añadirse el juego de presiones que se establece entre el manto y la columna de agua. Además, el H²O es una sustancia que actúa como fundente, rebajando las temperaturas de fusión de los minerales y provocando reacciones químicas importantes.

En definitiva, los ambientes en los que se forman los volcanes submarinos cuentan con una serie de facilidades que no se hallan con la misma frecuencia en regiones continentales. Por supuesto, la atención humana está centrada en aquellos eventos naturales que suponen un peligro directo, por lo que no confieren tanta importancia a sucesos activos, en ocasiones, a cientos de km de distancia de cualquier población y en niveles profundos.

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