Michael Faraday
Newington Butts, Inglaterra, 22 de septiembre de 1791-Londres, Inglaterra, 25 de agosto de 1867 Michael Faraday es, para buena parte de la comunidad científica, el más grande físico experimental de todos los tiempos. Fue un físico y químico británico de orígenes
El Faraday curioso
Es increíble cómo una persona que recibió escasa educación formal pudo hacer tantos descubrimientos.
Faraday fue hijo de un herrero miembro de la comunidad cristiana sandemaniana que tuvo 4 hijos con su esposa. Era una familia de recursos limitados, por lo que el pequeño Michael únicamente tuvo acceso a la educación formal básica, por la que aprendió aritmética, lectura y escritura.
A los 14 años comenzó a laborar haciendo diligencias para un vendedor de libros y poco tiempo después se convirtió en aprendiz de encuadernador en una librería local. Este trabajo permitió al chico entrar en contacto con multitud de volúmenes de todo tipo, pero desarrolló sumo interés por los libros de ciencia, que pronto comenzó a leer con fruición y siguió haciéndolo durante el tiempo que permaneció en la librería. Quizá el libro más influyente para el desarrollo de su interés fue Conversaciones sobre química (Conversations on Chemistry), de Jane Marcet, una autora londinense que había sido discípula de Sir Humphry Davy, un famoso químico estudioso de la Electroquímica.
En 1812 Faraday acudió a cuatro conferencias de Davy en The Royal Institution of Great Britain, una organización enfocada en la investigación y la educación. Ya los libros no eran suficientes para aprender más sobre la ciencia, así que solicitó al científico un puesto como asistente.
Al principio Davy rechazó su solicitud, pero afortunadamente tiempo después lo aceptó y designó como asistente de laboratorio en The Royal Institution. De esta manera logró el acceso al conocimiento de la mano de uno de los científicos más importantes de la época.
Sus aportes a la ciencia
Durante sus años como asistente colaboró en muchos experimentos de Davy y otros científicos, y gracias a la práctica obtuvo avanzados conocimientos. También tuvo la oportunidad de viajar a varios países y conocer a influyentes personajes de la comunidad científica. Llegó incluso a conocer a Alejandro Volta en Italia.
Entre 1818 y 1822 se embarcó en una investigación propia para elevar la calidad de las aleaciones del acero pero ya había inventado un artefacto precedente del mechero de Bunsen. En 1821 contrajo matrimonio con Sarah Barnard y publicó un trabajo sobre la rotación electromagnética, mientras que cuatro años después descubrió el benceno. Fue su idea la de impartir Conferencias de Navidad en The Royal Institution, lo que se convirtió en una tradición que continúa hasta la actualidad.
En 1827 publicó el único libro que realizó: Chemical manipulation, being instructions to students in Chemistry y sucedió a Davy como químico de la Royal Institution. A partir de la década de 1830 dirigió sus estudios a la electricidad y la Física; en 1831 descubrió la inducción electromagnética mediante un anillo con dos bobinas de hierro insulado e inventó el generador electromagnétco.
La racha de descubrimientos continuó y trabajó con ahínco en la Electroquímica. A principios de la década de 1830 estableció las dos leyes de la electrólisis. La creación de los primeros transformadores y generadores eléctricos permitió el control de la electricidad y el desarrollo de una energía “llamativa” en tecnología que podría aplicarse en múltiples artefactos. Además, contribuyó a la creación de la nomenclatura de la electroquímica. También escribió Experimental Researches in Electricity, tres volúmenes publicados en 1839, 1844 y 1855, respectivamente.
A partir de 1845 trabajó para demostrar que la electricidad, el magnetismo, la luz y la gravedad se encuentran conectados. En dicho año hizo dos descubrimientos: primero fue el del efecto magneto-óptico y después el del diamagnetismo. Por otra parte, acuñó palabras como “cátodo”, “ion” y “electrodo”.
Faraday auxilió a la sociedad al investigar la contaminación del aire londinense y las causas de las explosiones de las minas de carbón. Prestigiado y reconocido, la reina Victoria de Inglaterra le ofreció un título de caballero que él rechazó. Murió en Hampton Court Palace, el hogar que le fue otorgado como agradecimiento a sus aportaciones científicas.
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