Fiordos: qué son y cómo se forman

Fiordos: qué son y cómo se forman

Los fiordos son regiones originadas por la entrada del agua del mar en un valle glaciar. Para que se formen se necesitan grandes glaciares que tengan una capacidad erosiva para arrastrar fragmentos de rocas que arañen la superficie. Este terreno, además, debe de tener una cierta pendiente para que el glaciar se mueva.

Los fiordos constituyen regiones naturales de gran belleza que han atrapado la atención de turistas y científicos durante años. Aunque los fiordos noruegos acaparan mayor fama, estos accidentes geográficos se encuentran en numerosos lugares. Su estudio proporciona una base de conocimiento sobre las características de los valles y las corrientes responsables de la geomorfología del entorno. A continuación, en este artículo de GEOenciclopedia te explicaremos qué son los fiordos y cómo se forman y también, si existen o no fiordos en España.

Qué son los fiordos

Los fiordos son regiones similares a los estuarios originados por la entrada del agua del mar en un valle glaciar. La morfología en forma de U, propia de la erosión glaciar, queda oculta bajo la concentración de una masa de agua marina. En estos ambientes, la estratificación de las aguas, tanto por temperatura como por salinidad, determina en gran medida los procesos físicos y químicos.

Debido a la presencia de glaciares como requisito para su formación, los fiordos se concentran en latitudes altas. Sin embargo, su ubicación puede escapar de esta clasificación si se dan las condiciones adecuadas. En general, son valles profundos, flanqueados por grandes escarpes rocosos con depósitos glaciares como los sills. Gracias a la geomorfología de los fiordos y las corrientes actuantes, la sedimentación adquiere una gran importancia, por lo que puede esperarse grandes depósitos sedimentarios.

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Cómo se forman los fiordos

  1. Se necesita la presencia de grandes glaciares que pulan las depresiones presentes entre las montañas. Para que el glaciar tenga una capacidad erosiva efectiva debe arrastrar fragmentos de roca que arañen la superficie del terreno. Por supuesto, los continuos ciclos de hidroclastia también contribuyen a la meteorización de las rocas. Esta erosión inicial necesaria para formar fiordos ocurre en altitudes próximas al nivel del mar.
  2. La configuración del terreno debe poseer cierta pendiente para que la atracción gravitatoria ejerza una influencia suficiente para que el glaciar se mueva. Por esta razón, la tectónica es importante en este tipo de ambientes geomorfológicos, ya que es un proceso geológico interno capaz de reajustar las pendientes y variar la velocidad de desplazamiento del glaciar. El levantamiento de la corteza y el descenso del nivel del mar posibilita que aumente la profundidad del valle.
  3. Una vez desaparecido total o parcialmente el glaciar en las regiones costeras, el agua del mar entra y rellena el hueco. En este momento, se produce una mezcla de aguas, tanto con las que corresponden al deshielo del glaciar, como aquellas que provienen de la configuración pluviométrica de la cuenca. El resultado son unas características de salinidad y temperatura, que determinan no solo las reacciones químicas, sino la actividad biogénica.
  4. Los sedimentos fluviales predominan sobre los marinos en los lechos de los fiordos. Esto se debe a que las corrientes fluviales que proceden del continente suelen tener mayor energía que las mareas costeras. Las diferencias de energía entre los diversos flujos se reflejarán en los sedimentos, dando unas facies sedimentarias características. Por tanto, podemos hablar de fiordos de agua dulce dependiendo de la zona y si los depósitos glaciares han aislado la cuenca.
  5. Al mismo tiempo, las mayores profundidades se concentran en la parte interior, mientras que la desembocadura posee lechos más suaves y someros. Esto se debe a que los glaciares van arrastrando sedimentos y fragmentos líticos en la cabecera que permanecen aún después del deshielo como una barrera natural.
  6. Por último, se debe entender el tiempo de formación de los fiordos a escala geológica. Esto significa que los fiordos actuales son el resultado de una dinámica geomorfológica iniciada en otras etapas geológicas. Así sucede con la Isla de los Estados de la Patagonia Argentina, cuyos fiordos se formaron en el Pleistoceno y da una idea de la horquilla temporal necesaria para su creación. Mientras, los fiordos noruegos son, en términos generales, del Holoceno y cuentan con una edad media de 12.000 años.

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El fiordo más grande del mundo

El primer puesto del ranking corresponde a uno de los fiordos noruegos más conocidos y visitados, el fiordo de Sognefjord. Algunas zonas de este portento de la geodinámica natural ostentan el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde la costa de Bergen, este fiordo posee una extensión de 204 km y profundidades de hasta 1,3 km.

Los escarpes que flanquean los diferentes brazos de los fiordos noruegos están cubiertos por una frondosa vegetación. Están incluidos dentro del Parque Nacional de Jotunheimen y en su cabecera cuenta con el glacial más grande de Europa, el Jostedalsbreen. En sus inmediaciones se agolpan actividades deportivas como los trineos de perros o las rutas de senderismo sobre glaciares.

La anchura de sus cauces es muy variada, con medidas de 4,8 km hasta pequeños cursos de apenas 250 metros. La configuración de sus montañas proporciona desniveles donde se concentran elementos hidrológicos singulares. Este es el caso de la cascada Vinnufossen, la más alta de Europa. También pueden encontrarse fiordos de agua dulce lo suficientemente protegidos de las aguas marinas para mantener su quimismo. Por tanto, los fiordos noruegos ofrecen una enorme variedad de paisajes.

Otros fiordos importantes

Es evidente que Noruega dispone de numerosos fiordos, entre ellos el Geirangerfjord y el Lysefjord. Sin embargo, otros lugares del mundo ubicados en latitudes altas poseen fiordos de agua dulce y salada que nada tienen que envidiar al paisaje noruego. En la misma Europa, relativamente cerca de los fiordos noruegos, tenemos el Grundarfjordur. Este paraje volcánico y glacial de Islandia contempla numerosos fiordos con una impopularidad inmerecida a pesar de su belleza.

Al norte del continente americano se ubican fiordos canadienses como el Saguenay en la provincia de Quebec. Una ubicación idílica donde las condiciones geomorfológicas han habilitado un lugar privilegiado para el avistamiento de ballenas. En las latitudes del sur del planeta, nos encontramos con fiordos como Reloncaví y Eyre en territorio chileno. Incluso en lugares tan remotos como Nueva Zelanda se dan estos fenómenos geomorfológicos, como es el caso del fiordo de Milford Sound.

Los fiordos en España

Vistos bajo un prisma laxo, los fiordos en España se concentran en la provincia de Salamanca y Zamora. Así, la comarca de los Arribes del Duero, zona fronteriza con Portugal, incluye buenos ejemplos de fiordos de agua dulce incluidos en amplios valles glaciares. Sin embargo, la definición de fiordo en sentido estricto no puede aplicarse a España, ya que no se dan las condiciones de formación adecuadas para tal definición. De lo que si se puede hablar es de profundos cañones, con amplios caudales y abruptas montañas. En ese caso, los cañones del Sil en Galicia, los fiordos de Riaño en León o las Hoces del Duratón en Segovia son enclaves ideales para disfrutar de paisajes parecidos a los fiordos en España.

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Bibliografía
  • Revista de Asociación Geológica Argentina.1999. Fiordos en la Isla de los Estados. Disponible en: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/125926