Elogio a la Calidez y Hospitalidad del Mexicano
Elogio a la Calidez y Hospitalidad del Mexicano. En el conjunto de los rasgos propios del mexicano, el extranjero casi siempre enfatiza el trato amable con que se conduce ante él y sus compatriotas. En las calles, los hoteles y otros lugares de encuentro, el turista foráneo se extraña y se asombra al notar una especie de familiaridad en el trato del mexicano, que va más allá de los formalismos y las cortesías con las que puede estar habituado.
Como es el Mexicano
Un mexicano recibe con los brazos abiertos a todo aquel que, con buena disposición claro está, arriba a su tierra deseoso de conocer su cultura y su gente. La hospitalidad es un concepto diferente al de la calidez, pero ambos están muy relacionados y son características distintivas del pueblo de México. Es hospitalario cuando recibe, y es cálido en sus maneras amables, educadas, serviciales y casi cercanas con el otro. Hospitalidad y calidez son rasgos relacionados con la solidaridad, que parten de la comprensión de las necesidades de la persona que está en un entorno diferente al suyo y que es proclive a pasar apuros. El mexicano ayuda, es generoso y comparte lo que sabe. En ocasiones, no le importa proveer al otro y olvidarse por un momento de su propia existencia.
Una curiosa historia
Una curiosa historia mía relata cómo un turista ruso llegó por primera vez a un austero hostal de la Riviera Maya, y se sorprendió con el trato de una de las dueñas. La mujer, quizá no del todo consciente de la cultura rusa, saludó al hombre brindándole un abrazo efusivo, y le invitó a preguntar por cualquier cosa que necesitara. Constantemente le sonreía cuando salía del hostal y en su último día le regaló dulces típicos. Personalidades hay muchas, cierto. Pero el comportamiento de la mujer mexicana no es ajeno a sus compatriotas, que acostumbran saludarse con un acto considerado en muchas partes íntimo: un beso en la mejilla.
La pregunta es: ¿por qué el mexicano es amable de esta manera tan particular? Mucho tiene que ver su cultura, su historia, sus costumbres y sus condiciones sociales. Ya lo decía Octavio Paz en El laberinto de la soledad (1950): “La indudable analogía que se observa entre ciertas de nuestras actitudes y las de los grupos sometidos al poder de un amo, una casta o un Estado extraño, podría resolverse en esta afirmación; el carácter de los mexicanos es un producto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la historia de México, que es la historia de esas circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas.” El mexicano está acostumbrado a ser amable con quienes conoce de manera superficial. Uno de los preceptos básicos que enseñan las madres y las abuelas desde que sus hijos aprenden a hablar, es “saluda a todos al llegar”.
Además, sobresalen los “cédele el asiento”, “comparte con los demás” y “ofrécele algo”. Que el otro esté cómodo es casi una obligación. La calidez y hospitalidad del mexicano son rasgos sin duda valiosos para cualquier extranjero, aspectos que atraen y que propician el encuentro entre mundos diversos. Son vías de entendimiento y constructores de relaciones.
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