Mont Blanc

El Mont Blanc se yergue con garbo a lo largo de la frontera entre Francia e Italia, y al oeste de las montañas del Cáucaso como parte de la cordillera de los Alpes. Su macizo se extiende hasta territorio suizo, pero su pico de forma piramidal se encuentra en el sureste de Francia. Se eleva a 4,807-4,809 metros sobre el nivel del mar. Su cumbre está cubierta con una capa de hielo y nieve, pero el espesor de dicha capa varía según la estación, por lo que la altura de la montaña no es exacta. El macizo del Mont Blanc consta de varios picos y una de las laderas verticales más largas de las montañas de Europa, con más de 3,500 metros de longitud.

En sus faldas se hallan bellos valles que albergan numerosa flora y fauna. El macizo es sitio de varios glaciares que han erosionado parte de las laderas; el más grande es el Mer de Glace, traducido como “mar de hielo”, que, dicho sea de paso, es el glaciar más grande de Francia. A su alrededor se encuentran los Alpes Grayos, los Alpes de Saboya, los Alpes peninos, el valle de Courmayeur y el valle de Chamonix.

Esta montaña tiene una antigüedad de más de 300 millones de años, si bien su macizo terminó completó su formación hace aproximadamente 15 millones de años. Es un ejemplo claro de montaña plegada, ya que resultó del plegamiento de la corteza terrestre debido a los movimientos internos del planeta.

Pangea era un único supercontinente durante la era Paleozoica, pero comenzó a agrietarse y finalmente se separó en varias masas de tierra. Sin embargo, los procesos internos del planeta no cesaron, por lo que durante el transcurso de millones de años se siguieron produciendo movimientos en la corteza terrestre. A finales del período Cretácico, la placa de Apulia y la placa Euroasiática comenzaron a colisionar entre sí, por lo que la corteza de estratos y rocas sedimentarias se levantó en forma de pliegues. Se cree que el macizo montañoso del que el Mont Blanc constituye una parte, es ni más ni menos que el afloramiento de rocas ígneas de un antiguo lecho marino.

El macizo se levantó debido a la presión de la placa Africana durante los últimos 100 millones de años. Los basamentos cristalinos, un tipo de roca, conformaron el Mont Blanc, formado por plegamiento de la corteza. Al principio esta montaña tenía una cresta de arista originada por la erosión entre las partes superiores de dos circos glaciares, lo que daba a sus flancos una forma plana y en conjunto, una forma que recuerda a un cuchillo. La forma piramidal del Mont Blanc se produjo cuando dos o más aristas se unieron.

La gélida belleza del Mont Blanc contrasta con los verdes campos que lo rodean, hogar de muchas especies animales y vegetales; sin embargo, las especies que visitan el macizo de la montaña se enfrentan a la altitud, a las bajas temperaturas y a la acidez del suelo. En primavera y verano, sobre la parte inferior de la montaña crecen algunas especies de plantas con flores, pastos y otras plantas cortas, mientras que alrededor del macizo se hallan coníferas como los abetos y los alerces. De las plantas con flores, Ranunculus glacialis y las del género Saxifraga pueden sobrevivir a 4,000 metros de altitud.

La fauna del Mont Blanc está representada por rebecos (Rupicapra rupicapra), zorros rojos (Vulpes vulpes), ciervos rojos (Cervus elaphus), íbices (Capra ibex), marmotas, mariposas, águilas reales (Aquila chrysaetos), arvicolinos (roedores como lemmings y topillos), polillas y algunas especies de arañas y escorpiones. No todos los animales viven expresamente en la montaña, pero los rebecos y los íbices son capaces de subirla hasta altitudes en donde solo se encuentra nieve: unos 3,500 metros.

Si deseas leer más artículos parecidos a Mont Blanc, te recomendamos que entres en nuestra categoría de Las Montañas.